Esta piedra natural de 90 cm, esculpida únicamente por el tiempo y los elementos, es un ejemplo perfecto de la filosofía zen: la belleza de lo simple y lo esencial. Colocada en un jardín, se convierte en un punto focal que invita a la contemplación, el silencio y la armonía con la naturaleza. Cada forma y textura es irrepetible, haciendo de esta pieza un testimonio de lo auténtico, ideal para quienes buscan crear espacios de calma y espiritualidad.